martes, 14 de febrero de 2012

"Desvelador"

Esa noche se iluminaba purpuramente con la luna pero vos no sos capaz de dejarte alumbrar porque tu tristeza opaca el brillo que refleja tu corazón desgraciado. Así, entumecido en tu desgracia profunda, salís a esparcir miseria al ojo del peatón casual. Y más caminás, más te atrapa el agujero de la noche. Entonces comprendés que no es la noche la que te va tragando sino la cobardía que genera tu dolor.
De pronto despertás con el ladrido de un perro mientras oís las hojas golpear la vereda, mas no entendés qué hacés allí desvelado en medio del viento de la noche, en un estado entre muerto y desaparecido.
En ese limbo desolador, empezás a caminar y escuchás tus pasos que rápidamente se convierten en trote y ese trote en carrera, una carrera contra tu propia estupidez.
En el ultimo jadeo levantás la vista y te sentís feliz, gozoso y completo porque ahí está Elisa, envuelta en un cálido aura amarillo, en la delgada frontera de los terrenales y los espíritus. Una eternidad de amor se va esparciendo a tus pies mientras te moja de a poco con la luz de su bienvenida. No podés parar de sonreír porque el amor es tu única opción para mantener vivo. 
En ese momento, diste media vuelta y volviste sobre tus pasos. Estás tan vivo como el dolor que te desgarra pero sabés que los espíritus desaparecen. El amor no.

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